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“ La aspiración al eterno retorno”

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Por Federico Pizarro

Friedrich Wilhelm Nietzsche el filósofo alemán del siglo XIX, considerado uno de los más importantes de la filosofía occidental, cuya obra ha ejercido una profunda influencia tanto en la historia como en la cultura, escribió de temas tan diversos como el arte, la historia, la religión, la ciencia o la tragedia, no escribió de políticas sectoriales y conceptos inmobiliarios en México seguramente porque los consideró sumamente complejos, incongruentes y discordantes, sin embargo, un aplicativo a su teoría del “Eterno Retorno” es completamente viable a este sector en nuestro país. El principio básico de este pensamiento es una visión circular del tiempo, los acontecimientos siguen reglas de causalidad. Hay un principio del tiempo y un fin, que vuelve a generar a su vez un principio, se plantea que no sólo son los acontecimientos los que se repiten, sino también los pensamientos, sentimientos e ideas, vez tras vez, en una repetición infinita e incansable.

Lo anteriormente escrito viene a colación por una reciente petición que me dicen, se ha expresado dentro del liderazgo de la industria de la vivienda, y cuyo mensaje en términos conceptuales ante la pregunta de cómo los desarrolladores afrontarían los potenciales cambios ante la pandemia, han considerado que lo que ellos necesitan son más y mejores productos financieros de la banca, en donde existan los mayores aforos posibles, los menores enganches, el plazo más largo y las más bajas tasas de interés, ya que con esos elementos y su creatividad, podrían encauzar la demanda a la adquisición de las viviendas.

Recuerdo mis primeros años en esta industria, era el verano de 1997 y recién se había instrumentado el programa PROSAVI (Programa Especial de Crédito y Subsidios a la Vivienda) en él, el subsidio se otorgaba a la oferta y no a la demanda, es decir, las casas por el hecho de cumplir con un precio tope y unas características físicas, sus adquirientes podían acceder a dicho apoyo que llegaba a ser de hasta el 20% del valor de los inmuebles, asimismo, el crédito a la construcción era del 65% del valor proyectado con un anticipo del 46.15%, pocos años después y con la gestión de las Sofoles hipotecarias se creó el Cofinanciamiento con diversas Onavis, principalmente el Infonavit. Hoy ya no existen las sofoles y ya no existe el PROSAVI.

En aquellos tiempos como ahora y exponenciada ante las circunstancias, hay que recordar que en 1997 se venía de la crisis de 1995, una parte del sector demanda una mayor participación de su contraparte, olvidando o al menos no tomando en cuenta que el sector es un todo y que en el todo, las partes involucradas deben comprometerse en su proporción, dimensión y responsabilidad.

El sector vivienda tuvo un dinamismo y participación muy importante hacia fines del siglo pasado y durante los primeros 10 a 12 años de éste, en su momento existieron intermediarios financieros no bancarios especializados que dictaban en conjunción con la autoridad, una serie de políticas y procedimientos que impulsaron productos que hoy parecen que han existido por siempre, no debemos caer en simplificaciones y mucho menos en repetición de actitudes que por beneficio casuístico o sólo para una parte de la cadena de valor, afecte al mercado en su conjunto. El exceso de apalancamiento de los desarrolladores, la falta de solvencia en los vehículos de acreditamiento, la individualización de unidades sin avance, la sobrevaloración de la tierra y el manejo impulcro de los expedientes de crédito individual fueron algunas de las prácticas que golpearon al sector de financiamiento a la vivienda en fechas todavía recientes.

Tenemos la obligación de romper ese “Eterno Retorno” que siempre ha aquejado a este país en su idiosincrasia, de pensar que mientras yo gané no importa si el otro pierde, esa visión egoísta, obtusa y simplista, que no nos deja ver el bosque por los árboles, de romper esa ciclicidad sexenal de destruir todo y volver a empezar para hacer lo mismo, una y otra vez.

Quiero pensar que el pensamiento de Nietzsche está equivocado, y que mejor seamos capaces de establecer lo que el gran escritor mexicano Juan Miguel Zunzunegui expresa, “Viejas ideas nos llevan a viejos resultados, y nuevas ideas nos llevarán a nuevos resultados”

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