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Economía

Economía mundial en transición a un repunte: Credit Suisse

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El año comienza con vientos contra cíclicos y alta inflación

En el estudio “2022 Economic Outlook: The great transition”, elaborado por especialistas de Credit Suisse, entre ellos Alonso Cervera Economista en Jefe para América Latina, se comenta que el año comienza con una nota débil, ya que una serie de vientos en contra (Omicron, altos precios de la energía, ajuste fiscal) afectarán el crecimiento en el primer trimestre (1T), pero los sólidos fundamentos deberían apoyar un repunte a partir del final del mismo.

Opinan que el año comienza con vientos contra cíclicos y alta inflación, los cuales deberían moderarse en 2022, por lo cual las condiciones de la política monetaria cambiarán drásticamente: las compras masivas de activos del banco central estadounidense están terminando y las tasas de política subirán en gran parte del mundo.

Otro aspecto señalado es que la estrecha correlación de la actividad económica y la política entre las regiones desde el inicio de la pandemia ha terminado, de esta forma, las diferentes economías seguirán diferentes caminos cíclicos y de política.

En base a lo anterior pronostican que el Producto Interno Bruto (PIB) mundial aumentará un 4,0% este año, después del 5,8% en 2021.

De la estanflación a un ritmo de crecimiento moderado sin inflación

El año comenzará con una nota débil, con la economía mundial enfrentando una serie de vientos en contra a corto plazo derivados de que muchos países están viendo nuevas olas de infección impulsadas por la variante Omicron del COVID, opinando que su impacto podría ser material, pero de corta duración por el aumento de la inmunidad de la población por las vacunas y las infecciones pasadas, observándose que el golpe a la actividad económica de cada ola sucesiva de infecciones, y las restricciones asociadas, ha disminuido.

En Estados Unidos, puede haber un ajuste fiscal modesto pero abrupto para comenzar el año a medida que se recortan los créditos fiscales por hijos, lo que pone algunos riesgos a la baja a corto plazo para el gasto del consumidor, mientras que, en Europa, los precios del gas natural y la electricidad siguen siendo dolorosamente altos y volátiles.

Consideran que los fundamentos de una demanda más fuerte (altas tasas de ahorro, sólidos balances del sector privado, las sólidas intenciones de gasto y el endurecimiento de los mercados laborales debería proporcionar a los hogares un sólido crecimiento de los ingresos.

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Por su parte la producción industrial mundial se estancó en el segundo y tercer trimestre del año pasado, comenzando a crecer de nuevo en el cuarto, la causa no fue por falta de demanda, sino por varias interrupciones en las cadenas de suministro globales, existiendo señales claras de que esas restricciones aliviando; por ejemplo, los semiconductores están cada vez más disponibles, lo que permite que la producción de automóviles comience su recuperación y los costos de envío están disminuyendo, al igual que los tiempos de entrega de los proveedores. En consecuencia, la producción industrial mundial ahora está aumentando

Debido a que la escasez de bienes ha contribuido a la inflación en muchas economías, la recuperación de la producción industrial podría aliviar esa presión inflacionaria, derivada de los cuellos de botella, los altos precios de la energía y los efectos de base, Pero es probable que esté cerca de su pico y debería caer a partir del segundo trimestre adelante.

De esta forma, los riesgos para la inflación están equilibrados, no sesgados al alza y es muy probable que una oferta industrial más abundante conduzca a una fuerte caída en la inflación de bienes, lo que a su vez precipitará una caída más pronunciada de la inflación a finales de este año.

En consecuencia, después de un giro de año bastante «antinflacionario», con vientos en contra materiales para el crecimiento acompañados de una inflación excepcionalmente alta, la economía mundial podría ver un breve período de crecimiento moderado sin inflación (Ricitos de Oro). a mediados de año, donde un crecimiento más fuerte de la producción está acompañado por una inflación en descenso.

La correlación se rompe

El shock inicial de la pandemia llevó a las economías de todo el mundo, y a sus responsables políticos, a una estrecha sincronización en 2020, ya que la producción se desplomó al mismo tiempo y la política económica respondió. La economía mundial luego vio una recuperación bastante sincronizada en 2021 a medida que se relajaron las medidas de distanciamiento social, las políticas económicas siguieron apoyando ampliamente la actividad económica hasta finales del año pasado.

Los especialistas opinan que 2022 ofrece una perspectiva mucho menos correlacionada. De hecho, lo que es notable es la medida en que la perspectiva para los Estados Unidos con un crecimiento sólido y por encima de la tendencia acompañado de una política monetaria más estricta, no es un modelo para otras economías.

De esta forma, la zona del euro seguirá un camino similar ya que los sólidos fundamentos significan que el crecimiento debería fortalecerse a un ritmo superior a la tendencia después de un invierno de debilidad, pero el desempleo está a punto de caer, sigue siendo alto y está generando poca inflación salarial. En consecuencia, el BCE mantendrá las tasas en suspenso y mantendrá la compra de bonos hasta fin de año. Las tasas de política monetaria solo aumentarán en 2023.

Por su parte. en la mayoría de las economías latinoamericanas las tasas de referencia de la política monetaria están aumentando, a menudo de manera bastante pronunciada, en respuesta a la alta inflación, por lo que América Latina no va a disfrutar de un crecimiento por encima de la tendencia este año, derivado de una combinación de políticas monetarias y fiscales más estrictas, combinada con la incertidumbre política, implica una fuerte desaceleración en la región y una recesión en Brasil.

Hay poderosas presiones a la baja sobre el crecimiento chino este año, ya sea el lento gasto del consumidor o el deterioro de la inversión inmobiliaria. Eso significará una desaceleración continua del crecimiento, cercana al 6% este año y del 5% el próximo. Pero la política monetaria y fiscal debería relajarse, lo suficiente como para evitar una desaceleración más aguda y menos ordenada.

En otras partes de Asia, la relajación de los cuellos de botella de la cadena de suministro y la recuperación asociada en la producción industrial deberían significar que el crecimiento sigue siendo fuerte, o incluso mejora, en 2023. La ausencia de presiones inflacionarias graves debería significar que el endurecimiento de la política monetaria, cuando llegue a finales de este año, no será abrupto.

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