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Columna En Concreto

Retraso diplomático: ¿Pero qué necesidad?

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Joel Hernández Santiago

Poco después de las 10 de la mañana los medios de comunicación de Estados Unidos y del resto del mundo anunciaron que Joe Biden, el candidato demócrata a la presidencia de ese país había conseguido 290 votos electorales, con lo que virtualmente se convertía en presidente electo.

Siete horas hasta después el presidente de México se pronunció para decir que cumpliría con el protocolo de enviar un mensaje de su gobierno al candidato ganador hasta que el triunfo fuera reconocido de forma oficial. Mientras una gran cantidad de mandatarios en el mundo ya lo habían hecho.

Pero no fue así catorce días antes cuando, sin haber concluido el proceso electoral en Bolivia, se dio a conocer la obtención de mayoría “Movimiento al Socialismo”, el partido de Evo Morales para lo que el gobierno de México se apresuró a felicitarle y al partido ganador en aquel país.

En aquella ocasión fue así el 24 de octubre en un mensaje vía tweet del subsecretario de Relaciones Exteriores para América Latina y El Caribe, Maximiliano Reyes Zúñiga, quien publicó:

“El @GobiernoMX felicita al Presidente del Estado Plurinacional de #Bolivia @evoespueblo por su victoria y le deseamos el mayor de los éxitos en su próxima gestión, saludando fraternalmente al hermano pueblo boliviano.”.

Esto es: a las 18.50 de ese día se dio a conocer el resultado del conteo en Bolivia;  a las 20.20 de ese mismo día México felicitaba, sin haberse hecho oficial el resultado.

Dice así el presidente de México que no hará el saludo protocolario hasta que se conozca el resultado oficial del conteo de votos en Estados Unidos:

“Vamos a esperar a que se terminen de resolver todos los asuntos legales, no queremos ser imprudentes, no queremos actuar a la ligera y queremos ser respetuosos de la autodeterminación de los pueblos y del derecho ajeno”, aseguró, desde Villahermosa y agregó

“El presidente Trump ha sido muy respetuoso con nosotros y hemos logrado muy buenos acuerdos y le agradecemos porque no ha sido injerencista y nos ha respetado.” Eso dijo.

Para ese momento una gran cantidad de mandatarios en el mundo ya habían enviado la felicitación correspondiente. Justin Trudeau, quien es socio comercial de México y de Estados Unidos por la vía del TLCAN lo hizo una hora después del anuncio mundial.

El presidente mexicano apoyó de forma evidente a la reelección del republicano Donald J. Trump; acudió a visitarlo a Washington el 8 de junio pasado cuando las campañas electorales ya estaban echadas a andar y desde acá brindaba su apoyo a esa reelección.

En su campaña para la reelección, Donald J. Trump se llenaba la boca para hablar “de su gran amigo mexicano, el presidente López Obrador”; que “México está pagando el muro con 27 mil soldados puestos en la frontera para impedir el paso a migrantes”… Y que más que nunca sus relaciones con México (ergo, el gobierno mexicano querría decir) eran mejor que nunca antes…”

Todo esto ante la mirada atónita de los integrantes del Partido Demócrata estadounidense que recriminaban al gobierno de México esta actitud, ya que ellos habían mostrado solidaridad con México al reprobar y reprochar a Trump medidas atentatorias a los derechos humanos de mexicanos y el mal trato que se les asestaba en la frontera y en su territorio, así como en el caso de las sanciones económicas con las que Trump amenazó al comercio mexicano.

Hoy las cartas están echadas y ganó la mayoría de los votos electorales el candidato demócrata Joe Biden, el mismo que el 8 de junio a la visita de AMLO a la Casa Blanca dijo:

«Trump lanzó su campaña de 2016 llamando violadores a los mexicanos. Él ha propagado el racismo contra nuestra comunidad latina desde entonces…” aseguró en su cuenta de Twitter el mismo 8 de junio de 2020.

Por supuesto nada bien les cayó a los Demócratas ese vínculo a ultranza entre Trump y AMLO. Y nada bien les habrá caído este retraso en reconocer su triunfo electoral.

Error grave de la política exterior mexicana regatear un protocolo que es eso, un protocolo que podría comenzar a solucionar los desajustes que ya existen entre el partido que ganó las elecciones allá y el gobierno mexicano.

No es un asunto ligero. Es la relación de México con su socio más importante en lo comercial y con su vecino poderoso, con el que mejor será tener una relación tersa, respetuosa, digna y de diálogo y no un asunto de incomprensión de lo que es la diplomacia y el beneficio para México.

Y decir México significa para todos los mexicanos; los de acá y los que están en territorio estadounidense como trabajadores documentados o no: todos mexicanos. Y en beneficio de ellos y de la sana relación con nuestro país, respetuosa y benéfica para ambos, deberá iniciarse un proceso de control de crisis desde el gobierno mexicano

Nada se consigue con caprichos y muestras de solidaridad con Trump, que nunca las ha tenido hacia México. Y mejor será sacar provecho de la relación mexicana con uno de los países más fuertes del mundo que confrontar y dañar a quienes merecen ayuda y protección allá, y fortaleza económica y seguridad nacional acá.

joelhsantiago@gmail.com

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