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CONCHITA CALVILLO | SALA DE ESPERA

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El domingo 7 de mayo, a los 105 años, murió doña Conchita Calvillo, una auténtica luchadora por la democracia y los derechos de los mujeres, con quien México y San Luis Potosí siempre estarán en deuda.

Esposa del doctor Salvador Nava Martínez, el legendario demócrata potosino, Conchita, como se le conoció popularmente, nunca quiso ser protagonista ni le gustaban ni aceptaba las estridencias y sobre todo a hablar de sí misma o de su familia. Quizás por ello, el poco reconocimiento público que recibió durante mucho tiempo.

Las luchas personal y pública de la señora Calvillo de Nava comenzaron hace 65 años, en 1958, cuando su esposo se convirtió en candidato opositor a la gubernatura de San Luis Potosí, para enfrentar al PRI y su cacique Gonzalo N. Santos, aquel que sostenía que a los opositores había que aplicarles cualquiera de estos tres “ierros”: encierro, destierro o entierro. Nava sufrió el primero en San Luis Potosí y en Lecumberri.

“Creí que me casaba con un profesionista y me resultó político”, dijo entre risas, en octubre 1991, durante una breve entrevista con el escribidor, mientras su marido, atacado ya por el cáncer, caminaba por la carretera rumbo a la Ciudad de México para protestar contra el fraude electoral en las elecciones para gobernador, en la que se otorgó el triunfo a Fausto Zapata. Entonces dijo que no recordaba haber dado nunca una entrevista.

Acompañante permanente por más de 50 años en las luchas de Nava, Conchita lamentó “no ir caminando con él. Es desagradable hablar de la salud, pero ahorita es lo que no me permite ir a la marcha”. Días antes había asistido y acompañado las mujeres navistas que instalaron un plantón en las puertas del Palacio de Gobierno de San Luis Potosí, también en protesta por ese fraude electoral.

Entonces se definió como “antigobiernista desde que era niña” y que la resistencia civil y pacífica, la lucha por los derechos civiles, la hacía sentirse más libre. “Como que la lucha por la gubernatura o por un puesto me hacía sentir como retraída. Ahora puedo participar más, porque la lucha es por encontrar la democracia en México”, dijo.

A fines de los años 50 y principios de los 60, paralela a la lucha política de su marido, Conchita y otras potosinas formaron un “comité de señoras”, que tenía una organización casi perfecta, manzana por manzana, cuando la ciudad era más pequeña. Esas señoras se reunían para clases de civismo y también para intercambiar recetas de cocina, pero principalmente organizarse políticamente.

Cuando Nava y sus seguidores cayeron presos, ese comité fue uno de los sustentos que mantuvo la lucha. Conchita lo encabezaba. Tenía un fondo económico, de todas, que se utilizó para pagar fianzas de obreros navistas detenidos. “En ese entonces pedían fianzas de 10,000 pesos, que era muchísimo dinero. La represión fue muy grande y llegó un momento en que no ajustábamos y eran muchos los detenidos, los sacaban de sus casas, de las fábricas”.  

La lucha de ambos siempre se dio en el ámbito de los derechos civiles y su principal organización fue el Frente Cívico Potosino, utilizado para la lucha, la defensa y la educación de los ciudadanos como ciudadanos. Los partido políticos, que postularon a Nava a cargos públicos, sólo fueron instrumentos que debieron plegarse a la lucha ciudadana sin mentiras, engaños ni dobleces.

Un ejemplo vigente hoy.  

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