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OPINIÓN

Porfirio Muñoz Ledo: Su batalla inútil

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Era como si lo hubieran esperado todos estos días. Era como si de pronto alguien tuviera que decir lo que ellos no se atreven o no les dejan decir o no les escuchan. Era como si su carácter y su experiencia de tantos años en la brega política aportaran aire fresco al ambiente contaminado en una Cámara de Diputados cargada de sometimiento, de ambigüedades y traiciones; de reclamos en el desierto y de miedo a la desobediencia.

La madrugada del viernes 23 de abril Porfirio Muñoz Ledo acudió al llamado de su conciencia y sus convicciones, ya entradas en razón y, sin la sobrada fortaleza que le daban los años jóvenes, hoy sabe que el tiempo es valioso para él; y que más que antes tiene que decir lo que piensa y hacer pensar a otros; es el momento de protestar y exigir; el momento en el que puede romper con su pasado para enfrentar el reto del presente, porque este presente político no le gusta. No le va. No le cuadra y lo dice… sin ambages ni temores.

Esa madrugada se discutía en la Cámara la reforma al Poder Judicial y, en particular, el artículo transitorio por el que se le amplía dos años más la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación al ministro Arturo Fernando Zaldívar Lelo de Larrea​​. Un transitorio que ultraja a la Constitución mexicana y que desdeña a la justicia y a la ley.  

Uno puede estar en desacuerdo con los vaivenes de Muñoz Ledo a lo largo de una intensa e impulsiva carrera política. Uno puede ser crítico de sus saltos de cargo público, de partidos políticos o aspiraciones de gobierno bajo el manto de distintos colores doctrinarios.  

Ha sido fundador de partidos e ideólogo de muchos; catedrático universitario y excelente conferencista y orador; pero sobre todo fue un siempre aspirante a ser presidente de México; lo mismo con el PRI que con el PRD o el PARM…  Y ya en el partido Morena fue él quien colocó la banda presidencial al presidente Andrés Manuel López Obrador el 1 de diciembre de 2018…’.

Hoy, después de tanto, se convierte ya en la conciencia crítica tanto del gobierno de la 4-T, como del Congreso  y del partido al que aun pertenece.

No son pocas las veces en las que desde 2019 ha criticado decisiones tanto del Ejecutivo como de las que tocan al Legislativo. Es un observador minucioso de cuanto ocurre y cuanto se debe hacer, o no,  en el marco de la ley, porque además es un abogado egresado de la UNAM y es conocedor de los tejes manejas del poder Legislativo y su relación con el Ejecutivo.

Esta vez se tocó un tema que le apasiona, la constitucionalidad de las decisiones legislativas: El famoso transitorio para ampliar la presidencia del actual Ministro presidente.

Cuando subió a la tribuna se hizo el silencio en la sala de sesiones del recinto cameral. Era un silencio respetuoso por un hombre que sí tiene cosas qué decir, era un silencio temeroso por aquellos obedientes legisladores que saben que cometen un error histórico pero que aun así aceptan pasar a la historia por defender su presente político de mala manera…

Y sí: surgió ese Porfirio Muñoz Ledo cuya oratoria sigue firme, sigue bien argumentada y estructurada. Desgranó su posición respecto de la –en ese momento- aprobación o no de la reforma al Poder Judicial, de la que no dejó de aplaudir en sus partes soberanas, pero que repudió en el famoso transitorio que habían introducido por ‘órdenes superiores’:

“Me opongo con toda la fuerza y convicción de mi ser, con todo el esfuerzo memorioso que hemos hecho desde 1988 para instaurar en el país un orden democrático y no una República autoritaria, a este insensato proyecto de violar la Constitución política del país”, dijo en la tribuna ante la mirada evasiva de Ignacio Mier, líder de los Morenistas diputados y quien exigió disciplina a sus colegas para apoyar a la reforma y su artículo decimotercero transitorio envenenado.

Desgranó por más de una hora su argumentación. Su reflexión seria y rigurosa. No a la inconstitucionalidad, no a la antidemocracia porque –dijo-:

“…La verdadera discusión gira en torno a la dignidad de las instituciones en México, así como de la honorabilidad del Congreso de la Unión…” (…) ‘todos aquellos que voten a favor de la iniciativa, estarían incurriendo en perjurio, o la falta a la protesta que se ha hecho como servidor público’: “Jugaron con la mano derecha: cumplir y hacer cumplir la constitución, pero la están vejando a consciencia”, dijo.

‘Quienes están a favor, lo hacen únicamente por órdenes, pero aprovechó para recordar a su partido que “no somos rebaño, no somos manada, no somos cardumen, somos diputados de la nación y hemos jurado cumplir la constitución y habremos de imponerla”. Esto y mucho más dijo y argumentó esa madrugada del 23 de abril Porfirio Muñoz Ledo.

Inútil su batalla legislativa y democrática y constitucional. Inútil su esfuerzo y su lucha. Inútil hablar con quien obedece y calla órdenes superiores. Más tarde la reforma fue aprobada por la mayoría legislativa… y su transitorio envilecido. Ya pasaron a la historia.

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